La naturaleza como hogar. Como oficina. Como inspiración. Como guionista. Nuestro olor favorito y nuestro color preferido. Nuestra medicina. Nuestra Fashion Week y nuestro Vogue. Para nosotras, la influencer peor pagada del mundo.

La sostenibilidad como mandato. Como principio. Como promesa. La palabra más antigua y más repetida en esta casa. La composición de nuestros tejidos, de nuestros estampados, y de nuestro discurso. La voz de Vandana Shiva . La huella que queremos dejar.

La artesanía como tecnología. Como motor. Como aliada. La historia, las personas, las manos, la imperfección, la poesía. Nuestro lado vintage.

La ética como religión. Como deber. Como conducta, no como fachada. La única opción. La lógica aplastante. El comercio justo. Los sueldos honestos. Los talleres locales. La falta de ambición. El único camino hacia la belleza.

La durabilidad como objetivo. Como reclamo. Como misión. Usar y no tirar. Usar y conservar. Conservar y respetar. Respetar y progresar. Siempre a favor del para siempre en este mundo tan en contra.

Las personas como capital. Como aprendizaje. Como prioridad. Personas. Como tú. Como yo.

La humildad como actitud. Como uniforme. Como aspiración. Mantenernos pequeños. Unidos. Las cuatro personas que formamos La Casita de Wendy, nuestros comerciales y nuestros talleres que trabajan por cuenta propia, nuestros puntos de venta. ¿Crecer? Sí, pero sólo en el sentido personal.